Las Diosas bajo este arquetipo representan a nuestra mujer adulta, con capacidad para dirigir nuestra vida, para ser nuestra propia autoridad, con capacidad para dar y recibir, amarnos a nosotras y amar a los demás. El desequilibrio de este arquetipo se refleja en una mujer rígida y autoritaria, con una fuerte coraza, que no es capaz de abrirse a dar y recibir amor. Este desequilibrio también puede manifestarse como una mujer tímida, que nunca desarrolló su fuerza de voluntad, la cual se siente indigna y no es capaz de expresar sus emociones.

Las zonas de armonización del cuerpo, a nivel físico, para trabajar con este arquetipo son: El sistema circulatorio, cardíaco y pulmonar, el pecho, la garganta, la boca y las zonas del cuarto y quinto chakras. Cuando esta zona está equilibrada y abierta, podemos “seguir nuestro corazón” abriéndonos a una conciencia más elevada utilizando la energía de los chakras inferiores y la sabiduría e intuición de los superiores.