En nuestra Carta Natal el lugar donde tenemos a Quirón representa nuestras heridas más profundas.

La mitología griega nos cuenta que Quirón era un centauro hijo del dios Cronos y una ninfa. El fue abandonado por su apariencia de mitad hombre mitad bestia y fue criado por el dios Apolo. Apolo le enseñó artes, música, medicina y profecía, y su hermana Artemisa le enseñó tiro con arco y caza. Quirón se convirtió en un gran sanador y uno de sus alumnos fue Asclepio, quien se convirtió en el dios de la medicina.

Quirón creció con la herida del abandono de sus padres y con la herida de ser mitad dios y mitad humano y también mitad humano y mitad animal. Se convirtió en sanador para curarse a sí mismo y a los demás. Allí donde nos sentimos heridos, tenemos la posibilidad de aprender a sanar y ayudar a otros a sanar y transformar ese dolor en sabiduría y poder. Al final de su vida Quirón renunció a su inmortalidad al servicio de la libertad de Prometeo y fue colocado por Zeus en la constelación de Sagitario.

Quirón encarna todo lo que representa el ser humano. La herida de Quirón, reensambla nuestra herida original de la separación de Dios-Fuente. A lo largo de nuestras vidas, esta herida ha sido condicionada, por lo que reflejamos esta herida en areas específicas de nuestra vida, esas areas nos conectan con dones y nos ayudan a recordar que nunca fuimos separados de Dios-Fuente, por lo tanto, nunca fuimos rechazados o abandonados y ahora podemos usar la sabiduría aprendida a través de este dolor para ayudar a sanar a otros, para ayudar a otros a recordar.

En este momento de Abril de 2024, tenemos el Sol en Aries, Quirón en Aries y el Nodo Norte en Aries y acabamos de pasar por un Eclipse Solar total con Luna Nueva en Aries. Toda esta energía enfocada en Aries representa un nuevo comienzo para la humanidad y también la posibilidad de sanar nuestra historia de sentirnos abandonados por Dios-Fuente.

El arquetipo de Aries como arquetipo del guerrero necesita sanación, y este tránsito de Quirón en Aries puede ayudarnos a sanar nuestra historia de guerra. Cambiar nuestra percepción de un mundo hostil donde necesitamos defendernos para sobrevivir, a una percepción alineada con la Nueva Era de Acuario. En la que vivimos en un mundo de colaboración, cooperación, comunidad e innovación. Donde se aceptará y celebrará ser diferente y único, tal como lo es ser mitad humano y mitad animal. Porque ya no tenemos que reprimir ni negar nuestra herencia genética animal. Abrazamos y conectamos con esta parte de nosotros que es pura y salvaje, inocente y sabia. Somos cuerpo y alma; somos humanos y divinos.